El Laberinto Griego

ANÁLISIS. 

VICENTE MÁRQUEZ. Puede que el titulo sea un poco mitológico, pero no hay mejor forma de describir el escenario que se le presenta a Grecia de cara a las elecciones del próximo domingo 17 de junio. Una crisis económica inédita en los anales recientes del país heleno, una población harta de recortes presupuestarios que no hacen más que minar sus ya débiles bolsillos, una sociedad totalmente desmoralizada y descompuesta, una clase política al punto de colapsar aún más y una intransigencia franco-alemana que ronda en lo draconiano, son los ingredientes paupérrimos de este escenario.

Erase una vez…

Hace apenas una década, Grecia estaba en el cenit de su prosperidad:, tenían una economía en crecimiento gracias a las ayudas financieras de la Unión Europea, un sector industrial y comercial pujante, un país inmerso en unos Juegos Olímpicos, que generaron grandes y fastuosas infraestructuras (y al mismo tiempo una desbordante corrupción entre la élite política tradicional), y, una transición al Euro sin sobresaltos. Todo parecía boyante y casi sublime para este país, pero ya para inicios del siglo XXI y finales del siglo XX, había un “pequeño” nubarrón en el horizonte; en 1998 el entonces recién creado Banco Central Europeo daba una señal de alerta, Grecia no estaba del todo preparada para el Euro, sus niveles de déficit público estaban en el límite de lo permitido, hubo muchas voces que decían que Atenas debía ajustar parcialmente sus gastos públicos en el corto plazo, con la finalidad de evitar una situación insostenible. Pero la política pudo más que la economía, Berlín y París, le dieron la “bendición” a una Atenas potencialmente insolvente, todo por garantizar la entrada de un socio en el Euro, y la historia se repetía. En 1981 los mismos países le dieron el visto bueno a la entrada de Grecia a la entonces Comunidad Económica Europea (UE), no hicieron lo propio con otros países con mejores indicadores socioeconómicos, como España o Portugal, tuvieron que esperar 5 años más para lograr su incorporación al bloque.

Cuando las alarmas no dejaron de sonar

Lo que vino después fue el inicio del ocaso, para el año 2006 el déficit público ya superaba el 5% del PIB (sobrepasando el 3% que establecía la UE). El entonces gobierno conservador de Kostas Karamanlis, aceptó hacer algunos ajustes presupuestarios, pero lo peor estaba por venir. En 2009 llegaron al poder los socialistas de Yorgos Papandreu, los conservadores habían falseado los informes presupuestarios, y los niveles de déficit ya superaban el 9% del PIB, el hecho significó la caída del castillo de naipes. Los papeles de la Deuda Pública helena perdieron en un par de meses más del 90% de su valor, el riesgo país subió a niveles más que alarmantes, y el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea decidieron imponer condiciones más duras.

Papandreu quién recibió en sus manos una verdadera “papa caliente”, buscó consensos en su rival histórico (los conservadores) para tener el suficiente techo político para los ajustes que más duros, si bien fueran contestados por la población, al menos en el Parlamento tuvieran un apoyo incontestable.  En junio del año pasado, por poner un ejemplo, el entonces Primer Ministro, le propuso a Antonio Samaras, el hombre al frente del partido conservador Nueva Democracia, formar un Gobierno de unidad nacional para gestionar la crisis. Papandreu incluso estaba dispuesto a echarse a un lado y consensuar con el responsable de Nueva Democracia, el nombre del nuevo Jefe del Ejecutivo. Pero Samaras rechazó la oferta y prefirió seguir haciéndole la guerra al Gobierno de Papandreu. Ningún líder europeo levantó el teléfono para tratar de presionarle. El gobierno se quedó solo con la tarea de evitar la debacle que se avecinaba.

Todo se derrumbó

Ya para el verano del año pasado, las arcas del estado griego quedaron con un saldo más que rojo. Los ajustes más duros ya estaban llegando, menos ingresos para empleados públicos, cierre de empresas subsidiadas, desempleo galopante, jubilados percibiendo apenas el 40% de sus pensiones, protestas a granel; el panorama de Papandreu era el peor de sus laberintos, solo se esperanzaba sobre una posible ayuda de la UE, un respiro a las mermadas arcas del Estado. Pero el escenario sería más dantesco, la UE en octubre de 2011, negoció con Grecia un rescate de 130.000 millones de euros, a pagar en 30 años (comenzando en 2022) y con un interés del 3,2%. A cambio, Bruselas le exigió a Atenas reformas y duras medidas de austeridad. Pero, sobre todo, le exigió el equilibrio presupuestario en las cuentas públicas griegas a partir de 2012 (en un país cuyo déficit fiscal ya para el 2011 arañaba el 12% del PIB). Papandreu pidió a los líderes europeos un poco más tiempo, dos o tres años, pero éstos (encabezados por la Canciller alemana Angela Merkel y el entonces Presidente francés Nicolás Sarkozy) se mostraron inflexibles. Al final, socialistas y conservadores tuvieron que apoyar el plan de rescate, en una primera y segunda versión, no sin antes ver cómo las defecciones entre sus bases se hacían evidentes, y que las movilizaciones populares adquirían un matiz más dramático.

(ELPAÍS)

«El error más grave que hemos cometido es haber dejado sólo a Papandreu. Él nos lo dijo claramente: ‘Dadme más tiempo'», confesaba hace unos días en una entrevista al ‘Corriere della Sera’ el ex canciller alemán Gerard Schroeder. La dureza de las condiciones europeas desencadenó violentísimas manifestaciones por toda Grecia. Hasta el punto de que el 28 de octubre, día en que Grecia conmemora la liberación de los nazis durante el desfile militar en Salónica, un grupo de manifestantes atacó el palco de las autoridades. El desfile tuvo que suspenderse.

Una sucesión de eventos

Ya para el mes de noviembre, y después de una propuesta de referéndum fallido, Papandreu debió abandonar el gobierno. Su sucesor Lucas Papademos, un antiguo funcionario de  Goldman Sachs y del Banco Central Europeo, será el dirigente que deberá aprobar la segunda versión del plan de rescate, frente a una población cada vez más empobrecida y decepcionada con su clase política.

Las primeras señales de desesperación se harían evidentes.

Los índices de indigencia ya llegaban al 15% de la población, los suicidios que en 2009 apenas llegaban a los 76 por cada 100.000 habitantes, ya a inicios del 2012 se ubicaban en 256 por cada 100.000 (tiene actualmente los índices más altos del mundo occidental), brotes de xenofobia entre los inmigrantes (a quienes se les acusa de ocupar los escasos puestos de trabajo disponibles), aumento dramático de la prostitución y la delincuencia en Atenas, Salónica y otras ciudades, eran la señal más visible de un cuadro nada esperanzador.

Frente a esto, los extremos políticos adquirieron fuerza: una extrema izquierda históricamente ubicada por debajo del 10% de los votos, ahora rivalizaba en el poder con los partidos tradicionales, que en el mejor de los casos tenían el respaldo del 30% del electorado, a su vez, una marginal extrema derecha (Amanecer Dorado), que hace apenas unos años no pasaba del 1% de los votos, lograba tanto apoyo, que era un hecho de que obtendría representación parlamentaria.  ¿Las razones? Sus discursos antisistema, anti plan de rescate y una exacerbada predica racista y con claros matices fascistas, que es un bálsamo para una clase media y baja maltrecha con la crisis.

¿Y si, como Papandreu quería, se hubiera sometido a referéndum el acuerdo de rescate griego?

Contemplada desde la distancia esa posibilidad hoy parece una buena opción. Sobre todo, porque las elecciones generales han acabado convirtiéndose en sí mismas en una consulta popular sobre las medidas de austeridad. En los comicios del pasado mes de mayo, siete de cada diez griegos votaron a partidos contrarios a los ajustes impuestos por el FMI y la UE. Por un lado los populistas, los comunistas, la Izquierda Radical (SYRIZA), lograron resultados históricos y los neonazis de Amanecer Dorado lograron escaños en el nuevo parlamento, los conservadores (si bien favorecidos por la ley electoral que les da 50 diputados extra al partido más votado) y socialistas, no lograron sumar los escaños suficientes para un gobierno medianamente viable, ahora los conservadores y el SYRIZA se pelean por lograr ser los primeros que ganen en votos, para tratar de lograr la ansiada mayoría (y que dependerá en cualquier caso de complicadas coaliciones). Y, en las elecciones del domingo pueden volver a hacer un referéndum anti rescate, y muy posiblemente con más ahínco que los comicios de hace cuatro semanas atrás.

Bajo la protección del Articulo19 de la Declaración de Derechos Humanos, que estipula: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los Derechos Humanos; Asamblea General de la ONU el 10.12.1948.

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