Sudán del Sur, a un año de su Independencia.
OPINIÓN.

(EFE)
GIULIANA IPPOLITI. No sé a usted, pero a mí me resulta curioso el caso de Sudán del Sur. Un país que nació por el beneplácito de la Organización de Naciones Unidas tras haberse realizado un referendo en el que se respaldó la secesión con un 98% de aprobación, ya que los ciudadanos habían aceptado que musulmanes y cristianos, no podían vivir en paz.
En principio, cuando lograron la Independencia de Gran Bretaña en 1956, el país se convirtió en el centro de la cultura egipcia durante la época conocida como la de los “Faraones Negros”, sin embargo, tras el paso de los años el pueblo sudanés solo pudo conocer violencia y muerte. Los niños, jóvenes y adultos, muy bien reconocen el dolor y poco saben de la paz.
Por toda África, las identidades tribales son generales y profundas. En Sudán, los musulmanes han estado enfrentados desde siempre con los cristianos. Es una cuestión relativa a las diferencias étnicas y/o tribales, que bien pudiera ser explicada bajo la teoría del Choque de Civilizaciones ideada por Samuel Huntington. Lo primero es entender que los conflictos nacieron y se mantuvieron dada la imposibilidad de las etnias y/o tribus para convivir en un mismo territorio, principalmente por la búsqueda incasable de un poder que pudiera haber llevado al grupo dominante hacía la consolidación de los medios necesarios para sobrevivir, como el agua y los alimentos. Así lo entendió la Organización de Naciones Unidas, así lo entendió la Comunidad Internacional, y partiendo de ahí, se procuró una solución, un Referendo, donde debía consultársele a los “Ciudadanos” si querían que el país se dividiera en dos polos, el Norte y el Sur, cristianos y musulmanes, negros y árabes. El referéndum, era parte de un acuerdo de paz que en el año 2005 terminó con la guerra civil que enfrentó a un gobierno dominado por los Musulmanes Árabes en el norte contra los cristianos negros y los animistas del sur.
No obstante, los que abogaron por el plebiscito, decidieron también no consultarle opinión a todo ciudadano sudanés que habitara en la carcomida tierra del Genocidio de Darfur. Y por el contrario, solo votó la parte de la población que vivía en territorio sin Conflicto. A decir verdad, los ciudadanos de una parte de Sudán que vivía en relativa paz, decidieron marcar una brecha territorial con los ciudadanos que tenían la desdicha de habitar en zonas de guerra. Así pues, nació el país más joven de la tierra, miembro número 193 de la ONU, guía independentista para otras regiones en África y amateur en cuestiones de política y liderazgo. Todo esto, pensado únicamente en las diferencias raciales.
Pero… Qué con el hecho de que el país compartiera las reservas de petróleo en el Norte y el Sur, qué con el hecho de que fueran dependientes económicamente el uno del otro, qué con el hecho de los miles de muertos tras las innumerables guerras civiles, qué con el hecho del Genocidio de Darfur, qué con el hecho de los 50 años que vivieron unificados, qué con los Derechos Humanos, qué con el conflicto en las fronteras donde se encuentran los campos petroleros, qué con la vida de los ciudadanos, qué, qué, tantos qué, demasiados qué, que simplemente, no fueron tomados en cuenta.
Carl Von Clausewitz creía que la guerra era la continuación de la política por otros medios, y que se definían los conflictos con la aparición de nuevas Naciones Estados. En Sudán, los grupos étnicos y/o tribales se movilizaron con el fin de demandar más poder al Estado, y así nació Sudán del Sur, la luz al final del camino, un Estado Cristiano que nada quería saber de los musulmanes que tanto le habían oprimido.
¿El resultado?
Una guerra fronteriza y económica por el petróleo con Sudán, problemas internos como la inseguridad y la corrupción. Asimismo, Sudán del Sur sufre frecuentes choques entre tribus rivales que, según cifras oficiales, se han saldado con 900 muertos desde la independencia. Además, se han perpetrado serios ataques de grupos armados opositores en regiones como Unity y Jonglei.
Mientras tanto, en Sudán, los jóvenes universitarios protestan, el país en miseria vive en tensa calma, hay hambre y rencor, hay tiempo.
El trapo frío que la ONU respaldó no es la verdadera solución a este conflicto, es simplemente un reloj lleno de arena esperando botar el último grano, y esperemos, por el bien de la gente, que no sea una guerra a gran escala, con aliados y con mucha más sangre por delante.
Les dejo aquí, un testimonio.
“Al llegar a Sudán hace más de 10 años me he preguntado infinidad de veces si Dios no se habrá olvidado de esta tierra. ¿Cómo se puede sufrir tanto? A mí, simplemente, se me acabaron las lágrimas”, señaló Jane Baker, miembro del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP) en entrevista para la cadena CNN.
Bajo la protección del Articulo19 de la Declaración de Derechos Humanos, que estipula: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los Derechos Humanos; Asamblea General de la ONU el 10.12.1948.