Mashrou Leila, la banda sonora de la Primavera Árabe
BEIRUT.
EL MUNDO.- La aureola que rodea a Mashrou Leila dista mucho de las imágenes de ira incontrolable que se han asociado en las últimas jornadas con Oriente Próximo y que se han utilizado como estereotipo en Occidente.
De hecho, en sus canciones la religión -uno de los elementos dominantes de la política regional- constituye un elemento casi ausente. «Es verdad, nunca hemos dedicado una canción a la religión», se pregunta Omaya Malaeb, la teclista del grupo, con cierta sorpresa.
El singular septeto, un conjunto constituido por arquitectos, diseñadores gráficos y un ingeniero, prefiere cantar sobre elementos más cotidianos: sexo, violencia doméstica, coste de la vida y hasta homosexualidad. «Cantamos sobre cuestiones que para nosotros forman parte de nuestra vida y que de repente descubrimos que constituyen un problema para la sociedad, como por ejemplo la homosexualidad», asegura Hamed Sinno, el vocalista y autor de las letras del conjunto, que se ha convertido en los últimos meses en una de las revelaciones más significativas de la escena musical del mundo árabe.
Un fenómeno que ha llevado a medios locales a definirlos como «la voz de una generación» o a establecer un paralelismo entre su música y las revueltas regionales calificándola como «la banda sonora de la Primavera Árabe».
Estilo alejado de las ‘melodías comestibles’
La agrupación surgió en un momento crítico para el Líbano. En el 2008 el país parecía abocado a una nueva guerra civil bajo la férula desquiciada de milicias de todas las filiaciones políticas y religiosas y continuos atentados.
Veinteañeros, casi todo ellos estudiaban por aquel entonces en la Universidad Americana de Beirut. Como recuerda Omaya, descubrieron que entre los pupilos de arquitectura y diseño gráfico había un gran número que alternaban sus estudios con su devoción por la música. «Así que organizamos una sesión, a la que incluso acudió algún profesor. Llegamos a ser unos 15 pero al final nos quedamos los 7», rememora la muchacha. «Fue una forma de escapar de la tensión de aquellos días», le secunda Haig Papazian, violinista del conjunto.
Comenzaron a tocar juntos sin tener muy claro su propósito. «Sabíamos que no nos gustaba la música pop que escuchábamos en la radio, que no queríamos hacer versiones en inglés de éxitos conocidos o repetir las tristes canciones árabes que conocemos», añade Omaya.
El resultado fue una mezcla de estilos donde convive el rock, el pop, el jazz, y los ritmos orientales y latinos. Algo muy alejado de las féminas de generoso escote –y melodías «comestibles»- que dominan el escenario musical de Oriente Próximo.
‘El machismo es el principal problema de esta región’
Mashrou Leila canta en árabe y sobre asuntos que la sociedad considera tabúes. El primer tema de su primer disco hablaba de las relaciones de una pareja de diferentes religiones. «Para nosotros era normal escribir sobre dos chicos que duermen juntos, pero en mi aldea en seguida me preguntaron: ¿pero qué es esto de que duerman juntos en la misma cama? No lo entendían», asevera Omaya.
Para terminar de romper cualquier cliché al uso, Sinno defiende abiertamente su homosexualidad. «El machismo es el principal problema de esta región. ¿No ve como se conduce en el Líbano? ¡Están locos y todo es para reafirmar su masculinidad!», aduce.
Una de las melodías más populares del conjunto es precisamente ‘Shim El Yasmini’ (Huele el Jazmín), una declaración de amor de un chico a su pareja del mismo sexo.
Sinno no dudó en exhibir la bandera del arco íris, símbolo de la comunidad gay, en un concierto que protagonizaron en el Festival de Biblos en el verano del 2010, al que asistió el entonces primer ministro Rafic Hariri.
Israel
Aunque los integrantes de Mashrou Leila se definen como «apolíticos» –esa es la palabra que utiliza Hamed-, lo cierto es que a principios de septiembre decidieron cancelar su participación como teloneros de la famosa banda Red Hot Chili Peppers, después de que esta proclamara en un vídeo su «amor por Israel» y se negara a cancelar un concierto en Tel Aviv.
Ello no ha impedido que el misticismo que se ha generado en torno al grupo haya prendido incluso entre un pequeño sector de judíos israelíes que no han dudado en desplazarse a Jordania para asistir a los dos conciertos que ha ofrecido allí Mashrou Leila. Un hecho casi inédito y especialmente significativo para dos países como Líbano e Israel, que formalmente siguen en estado de guerra.
«¡Soy un fan de Mashrou Leila. Creo que evitar que la gente conozca a los otros sólo exacerba el problema (de Oriente Próximo)!», declaró al diario ‘Haaretz’, Emily Schaeffer, una conocida abogada israelí y activista contra la ocupación de los territorios palestinos que ejerce su país desde hace décadas.
Censura
Casi 3.000 personas asistieron a esa actuación en el auditorio romano sito en el centro de Amán. Un conglomerado de personajes de todas las religiones y estratos –los medios locales dijeron que entre los asistentes lo mismo se divisaban jóvenes embutidas en ceñidos pantalones que chicas cubriéndose el cabello con el ‘hijab’ (velo)- que representaban el espíritu heterodoxo que define a Mashrou Leila y a la generación que ha abanderado la llamada Primavera Arabe.
En Amán, Mashrou Leila chocó con las rígidas estructuras que durante décadas han dirigido esta región. La policía les informó media hora antes de comenzar el concierto que debían censurar una de sus melodías. Nada de palabrotas, fue la orden. Sinno recurrió a la inventiva. Como el público se conoce de memoria las letras de sus canciones, bastó que él cediera el micro al respetable para que ellos gritaran a coro «¡ya sharmuta! (¡tu puta!)».
Lo ocurrido en Amán es un ejemplo de la brecha cultural que existe entre la juventud del mundo árabe y sus mayores. Una parte del éxito de Mashrou Leila se basa asimismo en su perfecto manejo de las redes sociales; en la promoción de su música y actuaciones a través de Facebook, YouTube o Twitter; o en la distribución de sus discos a través de la web.
Para Sinno, es evidente que Mashrou Leila es «el producto de esa brecha cultural pero no somos una reacción a ella».
«Esta región necesita que la sociedad nos otorgue más espacio para nuestra libertad personal. Seguimos siendo súbditos de nuestras familias, nuestros clanes. Los dictadores eran un producto de la sociedad. La sociedad es la dictadura. Pero todavía es muy pronto para hacer un balance, no sabemos hacia donde va la Primavera Arabe», precisa Haig Papazian.
28/Septiembre/2012 – 19.15hrs