Opinión: China no es capaz de asumir compromisos serios en la defensa de los Derechos Humanos
OPINIÓN.
Por Rosa E. Ramos Cabello*
A mediados de este año el gobierno de China llamó la atención del mundo –y abrió un resquicio de esperanza de cambio- cuando presentó el “Plan Estatal de Acción sobre Derechos Humanos” para el período 2012-2015 y en el cual el Partido Comunista, dirigente en el país asiático desde la Revolución, se comprometía (luego de reconocer que el país está en vías de crecimiento) a darle prioridad “a los derechos del pueblo a la subsistencia y el desarrollo”.
Esta fue recibida como una buena noticia por las organizaciones de defensa de los derechos humanos en el mundo, así como por muchos gobiernos occidentales, que vieron en el compromiso gubernamental un indicio de que la apertura del gigante oriental no solo se refería a sus políticas de mercado sino también a sus políticas represivas.
Sin embargo, como todo lo relacionado con los derechos humanos en China, la ilusión fue breve y la decepción grande, pues apenas semanas después del anuncio los actos represivos contra disidentes, además de las detenciones arbitrarias y las denuncias de torturas, aumentaron exponencialmente.
Estos hechos, tristemente conocidos por la opinión pública internacional, son un doloroso recuerdo de que la República Popular China ignora constantemente los derechos reconocidos en su constitución y que garantizan, entre otros, en su artículo 12 la “inviolabilidad de su comunicación privada”, en sus artículo 13 y 14 “libertad de creencia religiosa” y “de reunión y asociación” así como en el artículo siguiente (15°) “derechos a la existencia, al trabajo y a la propiedad privada del pueblo”.
Es tal el aumento de las violaciones a los derechos de sus ciudadanos que Amnistía Internacional asegura que tan solo entre 2009 y 2011 han ocurrido 41 autoinmolaciones (causadas por el desespero civil ante los desalojos forzosos de tierras campesinas y otros atropellos), comparadas con apenas 10 por la misma causa en la década anterior.
Igualmente, los secuestros de menores, ataques de matones apoyados por el gobierno local, torturas sistemáticas, desapariciones forzadas, esterilizaciones ilegales, condenas a trabajos forzosos, acoso a abogados y defensores públicos, arresto de disidentes y persecución política por preferencias sexuales, etnias y religión se han hecho más frecuentes conforme avanza el año.
A pesar de que se trata de una serie muy larga de delitos cometidos por un gobierno represivo contra ciudadanos indefensos ésta no termina allí, a los conflictos comunes se suman las violaciones a la privacidad y libre acceso a la información de los chinos cada vez que el gobierno restringe el acceso a internet o el envío de SMS y archivos desde los teléfonos móviles; censura que, por cierto, no ha disminuido, sino que ha visto (como los demás abusos) un incremento acelerado, siendo el último capítulo el bloqueo total de las redes este fin de semana por la realización del Congreso del Partido Comunista.
El cambio de autoridades dentro del partido dirigente en China no representa posibilidades de mejora pues estas no serían más que nuevas caras para un viejo problema causado por una costumbre muy añeja: la represión de un estado autocrático y dictatorial, como lo han sido todos los gobiernos comunistas.
12/Noviembre/2012.
Rosa E. Ramos Cabello. Nací el 16 de octubre de 1981, en Caracas, desde pequeña me he sentido fascinada por las letras y la literatura, lo que me llevó a estudiar Comunicación Social en la UCV, graduada en 2006 ya llevaba varios años trabajando en departamentos de Prensa, sin embargo, desde 2007 trabajo en Comunicaciones Corporativas. Hice un diplomado en Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación. Desde 2010 soy profesora de la Universidad Católica Santa Rosa, también escribo en varios blogs, de los cuales solo www.mesitasdenoche.blogspot.com es abierto, allí escribo cuentos que no son apropiados para todo público.