Su apartamento es una alcantarilla en Medellín desde hace 20 años
CURIOSO.
EL COMERCIO.- Desde hace más de 20 años, Miguel Restrepo vive orgulloso en un “apartamento” con cocina, televisor y suelo de baldosas que cualquiera puede curiosear si se asoma a una de las alcantarillas de la ciudad colombiana de Medellín.
Apenas tiene una superficie de 3X2 metros y una altura de 1,4 m, pero Miguel asegura que no cambia su vivienda por otra convencial y que bajo tierra vive “mejor que el presidente”.
“No cambio esto por una casa porque si me voy de aquí tendría muchas necesidades como pagar los servicios públicos, impuestos, pasajes para conseguir comida”, explica el colombiano de 62 años, que tuvo que dejar su trabajo informal de reciclador por una enfermedad pulmonar.
Él y su esposa, María García, viven ahora de la caridad de sus vecinos aunque de vez en cuando le dan trabajo como cuidador de autos. “Hay días que tenemos comida de sobra y otros no, pero uno se va acostumbrando”, explica. María se fue a vivir con su esposo hace cinco años y juntos han hecho de un simple hueco un hogar.
Ni siquiera alcanzan a ponerse de pie en la vivienda, pero ambos han conseguido aislarse del resto del subsuelo de Medellín con paredes de cemento y se han equipado con un armario, una radio y un ventilador, que les ayuda a soportar el fuerte calor que sufren bajo tierra.
No tienen ducha pero llenan cubos con agua para lavarse. Cuando llueve colocan rápidamente plásticos en la boca de la alcantarilla para evitar que se inunde.
“Vivimos en un apartamento, para mí es un apartamento”, dice sin dudar Miguel acariciando a su perra Blackie, que también vive con ellos. Cerca de la alcantarilla crearon otro espacio para plantar un pequeño jardín en el que cultivan flores y que ya luce incluso un árbol de Navidad, que han adornado con las tradicionales luces.
Miguel siempre agradece la buena acogida que les han dado los vecinos de esta zona industrial de Medellín. “Hay que sembrar para poder recoger. Si uno se maneja bien, le va bien. Si se maneja mal le va mal”, revela, como si fuera su secreto. Miguel no nació en Medellín, con unos 2,4 millones de habitantes y ubicada a 400 km al noroeste de la capital, sino en el cercano municipio de Amaga.
De joven se marchó a buscar trabajo a la segunda ciudad más poblada de Colombia pero acabó atrapado en las calles y con problemas de drogadicción.
Ahora se muestra satisfecho con su situación y no se cansa de rechazar los consejos de los funcionarios municipales que insisten en que se mude a una residencia. “Yo vivo mejor que el presidente de la República”, asegura. “Él tiene muchos problemas y yo no tengo ninguno”.
07/Diciembre/2012.