Opinión: ¿Adormecimiento o despertar de la juventud venezolana?
OPINIÓN.
Por Jannyree Góngora*
La situación política en Venezuela es muy delicada, sin embargo, a su juventud, entre el baseball y los fines de semana en la playa, parece no importarle; y es que en nuestro país se vive de forma despreocupada, conformista, y los intereses de lucha que puedan surgir se reducen a “retwittear” un mensaje o colocar un estado en Facebook en forma de protesta. Aunado a esto, no existe la concienciación respecto a los valores de ser venezolano, la gente fuera y dentro reniega de su nacionalidad por vergüenza a ser comparado con los que gobiernan el país, y el sentimiento de lucha se ha extinguido junto con los derechos y las leyes que se supone deben regir a la sociedad.
El letargo por intervenir en el sistema y la baja moral de los jóvenes ha derivado en el fallecimiento de la juventud luchadora, aquellos que nos relevarán, basan sus creencias en la intolerancia y en el desapego a las instituciones, la potenciación de la corrupción, la lucha por intereses individuales y no colectivos, y sobre todo, en el conformismo. Y es que en vez de tratar de cambiar la situación, se han acostumbrado a vivir de esa manera, con miedo, con delincuencia, con irrespeto hacia las autoridades, con la corrupción de todos los organismos, privándose de sus derechos, limitando sus comodidades, evitando superarse por miedo a represalias de grupos violentos, con la existente deficiencia dentro del sector educativo, y sobre todo, una juventud acostumbrada a vivir en desgracia. Ya nada nos sorprende, los muertos son solo números, las calamidades son comunes, solo es posible empeorar, nunca mejorar.
Dentro de todo este caos en que deriva la juventud actual, se encuentra el precedente, la causa, y es esa ausencia de nacionalismo sano que fue impartida por nuestros padres quienes, después de Pérez Jiménez y de la democracia (los famosos 40 años), llega Hugo Chávez, “causante de todos nuestros males” y nos imponen al parecer la única solución posible: sentarse en el sofá a esperar que alguien haga algo, mientras nos quejamos. Peor aún, es que esta “antigua generación” que nos prohíbe salir y luchar, es la misma que hace 60 años derrocó a un gobierno dictatorial, que protestaba cada día en la Universidad Central de Venezuela, que valoraba sus derechos, que instaba a la consecución de los objetivos y que, quizá por moda, era la generación glorificada de la que aun encontramos referencia en los libros de historia.
Durante el clímax de nuestra economía, el patriotismo se fue desvaneciendo hasta llegar al punto en que nos encontramos, nuestra juventud solo conoce un gobierno y un mecanismo, lo anterior parece un mito, desconocen la verdad, solo les queda repetir fervientemente lo que un lado u otro les diga, y únicamente, su dictamen se basa en una famosa leyenda llamada “la IV República” que para unos fue una buena época, para otros mala, pero por desgracia nunca podrán hacerse de su propia opinión.
Aunque todo parezca perdido, dentro de estas teorías que parecen extremas se encuentra una parte de la sociedad que conoce la verdad, que no es tan antigua y débil como para rendirse ante la opresión, ni tan joven y apática como para no importarle; es un grupo que es lo suficientemente mayor como para recordar lo que era Venezuela y lo suficientemente joven como para ver cómo se fue deteriorando. Un sector que ha vivido el declive de la nación, pero que tiene la perspectiva de lo que podría ser; todo está ahí, y no nos parece imposible, porque ya lo hemos vivido.
Y somos nosotros, la generación nacida entre los años 70’s y 80’s, que vivimos y recordamos lo que es estar en libertad, lo que es caminar por el centro a las 9 de la noche y tener las tiendas abiertas, agarrar el metro y que funcione, ir a la panadería andando, hablar con el vecino aunque sea políticamente opuesto a tu tendencia y aun así ser amigos, ir a un colegio público y que el nivel educativo sea superior al privado, ir a un hospital y tener no sólo a los mejores médicos, sino insumos para que puedan atenderte como es debido; viajar a oriente y ver los campos minados de vacas y sembradíos, no sentir división social ni clasismo, tener un nivel de delincuencia efímero, ser el país más avanzado de América Latina, que Caracas fuera conocida como la “Nueva York de Suramérica”, ser con orgullo venezolano, y un sinfín de cosas que conocemos y queremos volver a tener. Recuerden que con banderas y pitos no se derroca un gobierno, “protestando” a través de las redes sociales no se saca adelante un país, que la culpa de nuestras desgracias no solo la tiene un gobierno, sino también el pueblo, por no defender sus derechos y haber permitido todo. Recuerden que en política no hay un bueno sin un malo, y que siempre conviene que prevalezca el caos, porque sin este ni hay promesas ni soluciones, recuerden que nosotros somos la llave del futuro y que solo con lucha y fuerza lograremos esa Venezuela, que parece utópica pero existió, y pronto volverá a serlo.
*Jannyree Góngora es Licenciada en Estudios Internacionales graduada en la Universidad Santa María en Venezuela y con Máster en la Comunicación de los Conflictos Internacionales Armados, Sociales y de la paz, en la Universitat Autónoma de Barcelona, España. Ha colaborado en organismos internacionales como la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras y voluntaria en la Asociación Española contra el Cáncer. Fiel defensora de los Derechos Humanos y creyente de los principios de igualdad y equidad. Correo electrónico: jeannyree_gongora@hotmail.com. Twitter: @jeannyree
04/Enero/2013.-23:05hrs.