TESTIMONIO: Los niños soldado en Malí
TESTIMONIO.
Por José Calvente* / Testigo de la guerra en Malí.
Los niños soldado, con el fusil al hombro y algunos con no más de diez años realizaban funciones de puesto de control en las ciudades controladas por las fuerzas islamistas. Con la mirada inquieta y la pose forzada replicaban las actitudes de los mayores yihadistas.
Los niños talibés han sido utilizados por los marabús (líderes religiosos locales) para ser vendidos como niños soldado a los yihadistas. Los niños talibés suelen ser niños que sus familias envían a los marabús porque no pueden hacerse cargo de ellos. Muchos padres confían a su hijos a los marabús o profesores coránicos para que les den una educación en las escuelas coránicas. Según asegura Human Rights Watch, estos maestros “utilizan la educación como tapadera para cubrir la explotación económica de los niños a su cargo”. Y además, no hay mejor medio de sacar tajada que la guerra.
“Al principio, casi cada pueblo disponía en las proximidades de una escuela coránica dirigida por un marabú”, explica un responsable de HRW. “Los padres le pagaban una módica suma y los talibés trabajaban en su campo”. Las dificultades económicas han modificado verdaderamente esta realidad al cabo de las últimas décadas, favoreciendo el éxodo rural de los marabús.
“En el campo, los niños abandonan sus casas por la mañana para ir a la escuela coránica, pero regresan después. De manera general, un talibé debe reportar entre 200 y 500 francos CFA por día, lo que equivale a algo menos de un euro. Pueden traer también terrones de azúcar o arroz, que son vendidos en el mercado. Esta actividad puede revelarse lucrativa para un marabú que tenga entre una treinta y cincuenta de talibés bajo su cuidado.
Los grupos islamistas negociarían directamente con estos marabús la incorporación de niños soldados a cambio de una compensación económica. “Me decían que debía dejar el colegio, que no era bueno. Me llevaron a un campo de entrenamiento y me enseñaron cómo manejar un arma”, según un niño maliense en declaraciones a UNICEF. Grupos como Mujao, AQMI o Ansar Dine han reclutado a centenares de niños como soldados que hacen funciones de vigilancia, limpiadores domésticos, esclavos sexuales o soldados en el frente. A partir de diez años, los jefes militares de estas milicias yihadistas enrolan a niños para nutrir sus mermadas líneas. Les prometen el paraíso si mueren en el frente y aprovechan la pobreza de sus familias para obtener el apoyo de los padres. “La pobreza en esas zonas ha hecho que más gente de lo que parece haya colaborado con los islamistas”, comenta Aboubacar que acaba de regresar de Konna, la primera ciudad que atacaron las milicias y que hizo que Francia iniciara la operación Serval, de la que se cumple ya el primer mes. “Era como una marea silenciosa, el apoyo se iba extendiendo y la gente comenzaba a vivir con ello y a sacar partido, haciendo negocio con los yihadistas, a veces obligados y a veces no. Ahora la gente está delatando a todos los que han colaborado con ellos y se están produciendo ajustes de cuentas terribles”.
Ousmane Amadou Maiga, presidente de la asociación “Nosotros no nos movemos (Nous pas bouger)” de jóvenes de Gao intentó durante la ocupación de la ciudad disuadir a los jóvenes para que no se enrolaran en las milicias yihadistas. Esta actividad de resistencia frente a los combatientes yihadistas que controlaron durante meses el norte de Mali intentó frenar los abusos de las milicias yihadistas contra la población alentando una resistencia pasiva. “Fui a hablar con un pequeño de unos diez años. Le dije, ve a ayudar a tu madre en el campo, será mejor. Me contesto: Preocúpate mas bien por la tuya O quieres que dejemos a los tuaregs ir a violarla?”
Los islamistas utilizaban un argumento infalible, el dinero. Proponían a los niños salarios mensuales desorbitadas para un país como Mali, llegando incluso a los 900 euros (600.000fcfa), una cifra muy superior al salario medio del país: 54 euros (35.000 fcfa).
Violaciones de Derechos Humanos por parte del ejercito de Malí
El ejercito maliense ha cometido graves violaciones de Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario durante este primer mes de guerra en Mali, según Amnistía Internacional. El balance de este primer mes nos deja la reconquista de la práctica totalidad del territorio maliense en un avance rápido hacia el norte, en el que las tropas francesas apoyadas por militares de Chad han llegado esta semana a Tesalit, a menos de cien kilómetros de la frontera con Argelia. Además, se ha producido un cambio del concepto de guerra abierta entre dos ejércitos por otro escenario en el que proliferan comandos de guerrilla por parte de las fuerzas yihadistas y los primeros atentados suicidas de la historia en Malí. Entretanto, episodios de opereta se suceden en el ejercito maliense y los boinas rojas, que dieron el golpe de estado en marzo pasado, se han enfrentado a tiros con fuerzas regulares del ejército este viernes en Bamako.
Entre las andanzas del ejército maliense se pueden señalar la ejecución en la víspera de la intervención francesa en enero pasado de al menos veinte supuestos combatientes yihadistas en la ciudad de Sevare. Testigos afirmaron haber visto a fuerzas del ejército lanzar a un pozo los cuerpos en el barrio de Wailude. Tras arrojar los cuerpos dispararon ráfagas de ametralladora para disipar las dudas.
El estudio de AI señala graves violaciones de derechos humanos que han hecho que la normalmente lenta, pasiva y selectiva justicia internacional inicie investigaciones a través de la Corte Penal Internacional. El ejército maliense parece haber seguido métodos infalibles para asegurarse de que la justicia llegaba a los integrantes yihadistas. Aspectos como la ropa o el origen étnico han sido utilizados para estas ejecuciones sumarias. Gaetan Mootoo, repsonsable de AI, señalaba la urgencia de la apertura de investigaciones por parte de las autoridades malienses.
Además, incidentes con minas colocadas por yihadistas en las carreteras y la segunda explosión de un kamikaze en Gao, ciudad recuperada por las fuerzas francesas, abre una nueva dimensión en esta contienda. Los atentados que iniciaron los chiitas de Hezbola en Líbano durante los años 80, han sido puestos de moda por los militantes de Al Qaeda y parecen uno de los signos distintivos del yihadismo radical.
La retirada de las tropas yihadistas sin apenas presentar resistencia, abre la vía hacia intervenciones aisladas e impactantes que puedan golpear a ciudadanos o intereses principalmente extranjeros. Es aquí donde la guerra de Mali adquiere su verdadera dimensión internacional y los atentados pueden suceder en cualquier parte del Sahel o incluso de Europa.
*José es Licenciado en periodismo y ciencias políticas, trabaja en la actualidad para Oxfam en Mali dirigiendo el departamento de desarrollo. Además estuvo en La Haya y Nueva York colaborando con la Coalición por la Corte Penal Internacional y la Fundación del Colegio de Europa en Bruselas.
13/Febrero/2013. – 10:00 hrs.