Foto con Historia: Había una vez un niño de mirada triste y cuerpo exhausto…
FOTO CON HISTORIA.
Por Mariangel Ardile.
Ante un pensamiento capaz de evaporarse, perderse en las raíces de un África que enfrenta realidades realmente duras, con un peso de años que precisamente no son años, sino pobreza, tristeza, refugio, hambre…
Los 15 Kg que arroja la marca de una báscula para anunciar el peso de Libean Mukpar, un niño de 8 años, que pesa la mitad de lo que debería a su edad, vive en Dagahaley, un campo de refugio en Dadaab (Kenia) administrado por Médicos sin Fronteras (MSF).
Es un niño con desnutrición, cansancio y mirada profunda…
«No podía caminar ni articular palabra, estaba exhausto, como ido», afirma Daniel Pozo, 34 años, fotógrafo de France Press, ganador del Premio Nacional de Fotoperiodismo 2012 en la categoría de actualidad, al describir al niño.
Daniel ha visitado otras zonas de refugios, «pero ninguna tan dura como Dadaab», un lugar donde «se huele el olor a muerte. Es muy duro. Ni siquiera sé si el niño sigue vivo».
Las condiciones en este campo que en cierto momento representaba la “paz” para muchos hombres y mujeres que huyen de la Guerra Civil en Somalia, ya no cuenta con los mismos recursos, pues situaciones de inseguridad, definidas por el secuestro a dos de las colaboradoras de la ONG en 2011, iniciaron la historia de un lugar minado de relatos violentos, de hambre y tragedia.
La cantidad de refugiados llega a 465.611 personas, según informe presentado en el segundo trimestre del año por MSF, donde 73.153 llegan buscando consultas de atención primaria, 5.483 ingresos hospitalarios, 1.129 partos atendidos (55 por cesárea), 1.050 niños desnutridos, severos con complicaciones médicas hospitalizados, 1.769 niños con desnutrición severa tratados en régimen ambulatorio, 6.594 niños con desnutrición moderada tratados en el programa de nutrición suplementaria y 4.276 consultas de salud mental y sesiones de asesoramiento.
“Vivo aquí desde que tenía un año. La vida en el campo no es mala, aunque hay muchas colas para la comida, que no es de buena calidad y nunca es suficiente. Las escuelas de primaria están saturadas, los profesores no son buenos y se descuida la educación de las chicas. Me gustaría poder salir libremente y encontrar un trabajo. En 20 años no he dejado el campo, no tengo documento de identidad y me siento como una prisionera”. Expresó una Refugiada de larga duración. Vive en Dagahaley con su marido y sus dos hijos.
La MSF viene alertando al mundo entero sobre una crisis mayor en Dadaab, tal y como alerta la imagen de un niño que hoy su mayor prioridad debería ser el juego y la sonrisa y no el hambre y la decidía.
Fotos con historias hay muchas, lo difícil es no imaginar esa historia tras la foto.
10/Septiembre/2012.